Hoja 1: La mañana comenzó mal, me había quedado
dormida sin cumplir mi propósito. El lunes tenía el primer examen final del año
y tenía solo cuatro días para estudiar, ahora tres, ya que desperdicié la noche
durmiendo. Aunque, siendo franca no sé que tanto habría avanzado. No puedo
mantener la mente despejada. No puedo sacarlo de mi cabeza. Él, como el
protagonista de una película romántica, como el galán de las teleseries que ve
mi madre. El chico más deseado y envidiado del instituto, aquel que no le dirigía
la palabra a nadie, más que a su familia, sus hermanos, ¿me habló a mí?
Esta historia me parece tan familiar que hasta
me siento ridícula al compararme con la protagonista de ese libro, libro que
por cierto es uno de mis favoritos. Ha de ser por eso que fantaseo de esta
forma, pero… no es una fantasía, él me habló ayer, fue real.
¿Justo ahora que necesito mi mayor
concentración para el examen?
Quizás no deba prestarle atención y
concentrarme en estudiar, después de todo, por más que me haya hablado, mi historia
nunca llegaría a ser ni la mitad de fantástica de lo que una soñadora fanática
de “Crepúsculo” como yo esperaría. Eso solo quedaría en un casillero de mi
imaginación, y no es que esté esperando que un vampiro se aparezca en mi vida y
la cambie para siempre, ni nada.
Hoy no iré al instituto, hoy me dedicaré a
estudiar, espero lograrlo.
Historia universal nunca ha sido mi clase
favorita. En vez de leer libros de historia, leo novelas, y mientras más románticas
y vampíricas, mejor. Esas historias me interesan.
No puedo reprobar el ramo, no ahora. Así no
lograre graduarme.
Tengo la cabeza en tantas partes ahora, que no
sé qué es lo que leo. Y por más que me lo proponga, no puedo quitar dos rostros
de mi mente. El primero, el de él y el segundo, ridículamente el de Edward
Cullen.
Mi mente infantil no me dejará estudiar esta
mañana. Iré a desayunar.
(Espero que les guste) <3
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