Hoja 2: Ensimismada en mis asuntos,
me sobresalté al oír el timbre de mi móvil. Número desconocido, no lo atendí.
Aproveché que no tenía nada que hacer y retomé los estudios que había dejado,
iba lento para terminar en tres días.
El móvil sonó nuevamente y corté la
llamada, y en el momento volvió a sonar. Tres llamadas, debía ser algo
importante.
¿Aló?
No podía creer lo que oía, la voz se
me hizo un hilo, la respiración se me cortó, el corazón se me agitó y no pude
contestar.
Su voz era aterciopelada y sonaba aliviado
de que el número sea correcto. Mi número.
–
Sé
que es raro recibir una llamada de mi parte, pero deberás acostumbrarte.
Ahora el terciopelo de su voz iba
acompañado de una “resignación”, como si hablara en contra de su voluntad.
–
Ya
que hoy no irás al instituto, me preguntaba si hoy por la noche puedes ir al
café que está en la esquina; a las 21:00, te estaré esperando. “Estudia”– no esperó respuesta de mi parte, cortó
la llamada.
¿Qué era todo esto? ¿Cómo consiguió
mi número? ¿Por qué quería que nos juntáramos?
Miles de preguntas como esas invadieron mi mente y la atrofiaron. No
encontré respuesta a ninguna de ellas. “Estudia”,
¿Cómo quiere que lo haga después de esto? Y ¿Cómo demonios supo que no iría
al instituto hoy?
Todo esto me tenía atónita y aun así
me preocupaba más por la amargura de su voz.
Esto es el acontecimiento de mi vida. Y trataba cada segundo de mi
desvarío, convencerme a mi misma que esto de la novela y la comparación de mi
vida con ella era total y absurdamente ilógico.
Por favor niña, si leyeras más libros
de historia no te pasarían estas cosas. Me dije.
En lo único que podría esto parecerse
a “Crepúsculo” es que yo era tan tímida y vergonzosa como “Bella”. O más.
Estúpido chico. ¿No sabe acaso que
debo estudiar mucho, que no tengo sus calificaciones perfectas y necesito un
buen promedio en este examen?
¿Qué querrá?, yo ahora solo espero
ansiosa a las nueve de la noche.